Artist: Eduardo Costa
Naturalezas
October 31 – December 3, 2014
Henrique Faria
Buenos Aires, Argentina
Un hecho pictórico
Arte y lenguaje confluyen en la obra de Eduardo Costa desde mediados de los sesenta, cuando se dedicó a revisar el status institucional de los géneros y las disciplinas artísticas. Más tarde, en los tempranos noventa y luego de diversas experiencias en la vanguardia argentina, brasileña y neoyorkina, trabajando con los medios de comunicación, la moda y la información, Costa abordó por primera vez a la pintura.
Desde su visión de artista conceptual, la pintura no es solo una técnica sino que concentra una visión del mundo: involucra aspectos de índole cultural y psicológica que subyacen a las imágenes que nos rodean y forman el horizonte cognitivo de nuestra época. Así, sus primeras pinturas volumétricas dotan a la pintura de aquello que le faltaba, la tercera dimensión, y demuestran que la representación en el arte es una convención llena de metáforas que apenas distinguimos como ficciones. Capa sobre capa de pintura acrílica Costa hacía frutos, flores, animales y objetos que podían formar parte del universo que el arte europeo occidental denomina “naturalezas muertas”.
Al igual que el derrotero de la pintura en la historia del arte, las pinturas volumétricas pasaron del naturalismo a la geometría y luego a la completa abstracción. De las esferas, cilindros, paralelepípedos, nacieron los actuales monocromos expandidos, fragmentos de paisaje, el tema que le faltaba explorar. Sin dudas, el paisaje no es la naturaleza sino una construcción cultural acerca de cómo la percibimos, un género artístico. Así, la iniciativa del artista fue invertir la operación y buscar los monocromos en la naturaleza. Revisando la tradición, la pintura es concepto y también es materia. El hecho pictórico, como lo reivindican los pintores, es aquello que sucede cuando el tema, la representación, se desvanece. Las obras de Costa podrían ser solamente el enunciado que les da existencia, como fueron en los años sesenta cuando experimentaba con la comunicación. Sin embargo, hoy el artista siente en la rotundidad de la materia un mensaje encriptado, como un código genético que tal vez garantiza la pervivencia de ideas, imágenes y percepciones. Un sistema cuyo sentido sea sostener antiguas codificaciones que definen lo humano.
María José Herrera