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Artists: María José Arjona, Emilia Azcárate, Adrián Balseca, Pablo Cardoso, Matías Duville, Florencia Guillén, Manuela Ribadeneira, Paula de Solminihac.

LARA, Latin American Roaming Art
September 15 – November 13, 2016
Centro de Arte Contemporáneo de Quito
Quito, Ecuador

Esta exposición reúne el trabajo resultante de la cuarta edición de la residencia LARA (Latin American Roaming Art) llevada a cabo en las Islas Galápagos en marzo de este año. El proyecto consiste en reunir a un grupo artistas en un lugar de la región por dos semanas, tiempo durante el cual se informan lo más posible de los alrededores para luego iniciar un proceso individual de producción donde se traduce su experiencia del sitio.

Las ciudades de Honda en Colombia, Ollantaytambo en Perú y Oaxaca en México han servido como locaciones en anteriores ediciones, aparejadas de sus respectivas muestras en las ciudades capitales. Para la itinerancia del proyecto en Ecuador se propuso el ambiente privilegiado del archipiélago, relativamente inexplorado desde el arte contemporáneo.

Galápagos, siendo patrimonio de la humanidad por su biodiversidad, suele evocar imágenes idílicas de la naturaleza y de un universo lo menos posible tocado por la mano del hombre. Sin embargo, quienes hacen su vida allí -sean estos colonos, científicos o agentes vinculados al entramado estatal- configuran imágenes conflictivas y muchas veces contrapuestas sobre este territorio que luce atravesado por varios dilemas. Las mayores tensiones surgen sin duda de la contradicción entre los afanes conservacionistas y las lógicas del desarrollo urbano y crecimiento demográfico, en cuyos entresijos habita una industria turística en permanente expansión. Estas islas, que sirvieron de inspiración clave para modelar el paradigma evolucionista, también poseen una azarosa historia humana que revela, a nivel simbólico, curiosas paradojas: desde crónicas pobladas de crueldad y violencia, hasta las representaciones visuales que producen las misiones religiosas de hoy donde se conjugan evocaciones del pensamiento de Darwin con el creacionismo más dogmático.

Pero con su dramático origen volcánico delatado por doquier el archipiélago se muestra, ante todo, como un gran laboratorio natural donde fauna y flora se manifiestan en todo su esplendor. Matices de este encanto que ejerce el lugar adquieren mayor presencia en las obras de los artistas extranjeros, las cuales responden menos a “temas” y se perfilan más como memorias residuales, donde se incorporan ecos de imágenes que habitan ahora un territorio más evocativo y etéreo. Resuenan en ellas diversas maneras de asir el paisaje, recodificar la información recibida y devolver una mirada más subjetiva a partir de observaciones varias. La producción de los artistas locales se percibe, en cambio, como una lóbrega contrapostal donde se invocan indicios de un presente discordante ligado a rastros de un pasado que tiene su propia leyenda negra.

Asunto clave en la dinámica de la residencia fue propiciar la creación de una atmósfera de intercambio donde se potenciara la convergencia de disímiles intereses y personalidades. Aquello es lo que en conjunto reflejan las obras resultantes, las cuales configuran un variopinto muestrario de impresiones que revelan múltiples maneras de responder a un contexto, a la vez que enfatizan aspectos del lado humano de quienes participaron en este experimento.