Artist: Sandra Gamarra
Paisaje entre comillas
October 17 – November 14, 2015
Galería Lucía de la Puente
Lima, Peru
Como constructora de imágenes en un mundo en el que se multiplican constantemente, Sandra Gamarra las recicla y reincorpora para indagar en sus orígenes y especular sobre su posible destino. En su cuarta exposición en la galería Lucía de la Puente, utiliza el género de paisaje occidental “en el arte” para señalar de dónde procede, que lo caracteriza y cuáles son las repercusiones que ha tenido en nuestra relación con el entorno. Continuando con la apropiación de imágenes y cuestionamiento del arte mediante la pintura, Sandra Gamarra utiliza el medio con el que se creó la idea de paisaje europeo con la intención de desvelar su supuesto realismo y de esta manera confrontarlo con la Naturaleza.
Desde que el paisaje apareció como género propio en el siglo XV en el arte europeo, este concepto ha invadido otras áreas del conocimiento. Se habla de paisaje social, sonoro, visual, económico, psicológico, como si fuese una verdad tangible y olvidando que el paisaje ha sido construido como una ilusión, una aproximación y una fragmentación de la naturaleza, que de por sí no busca abarcarla por completo. Al construir puntos de vista parciales, el paisaje “no traza tanto los contornos o examina la topografía de su entorno como selecciona y reforma naturalmente la naturaleza para representarla de modo ejemplar”. (Sutton, 1994, El siglo de oro del paisaje holandés, p.16)
De este modo “ejemplar”, los paisajes sirvieron también de certificados de autenticidad. El territorio era delimitado y domesticado por la pintura. Al igual que el mapa, el paisaje sirve como una herramienta para relacionarse con el entorno, que la edita y reencuadra, desde una perspectiva única.
Por otro lado, la representación de la naturaleza en las culturas precolombinas fue siempre simbólica y abstracta; no existió, por tanto, la ilusión “realista” del paisaje. En comparación a la lógica cristiana que considera que el mundo fue creado por un dios, las culturas precolombinas ubican a sus propios dioses en la naturaleza. Esta distinción fundamental respecto a la interpretación e interacción con lo natural es producto de una mentalidad que no intenta dominar la naturaleza (a sus dioses), si no que más bien se sabe dominada por ésta.
El Perú actual se exporta como un país de paisajes. Los instrumentaliza para comercializarlos turísticamente o usarlos como símbolos de poder y permanencia en los billetes y monedas, tarjetas de crédito, condecoraciones, etc. Este “paisaje” que sirve de eje unificador de lo peruano ha reducido a la naturaleza, mucho más compleja y sensible a nuestra acción. La incomprensión de las consecuencias ambientales producto de la explotación de los recursos naturales y el uso del territorio es una medida de esta distorsión.
En nuestra sociedad, generadora incansable de imágenes, la pintura de paisaje podría parecer un género obsoleto, relegado a decorar pasillos y salvapantallas. Si bien la fotografía de paisaje ha tomado el relevo a la pintura, popularizándola a través del turismo y la publicidad, ha mantenido la fragmentación y reducción que la pintura, de la que es heredera, ha construido como “realidad”.
Paisaje entre comillas tiene como punto de partida fotografías de paisajes peruanos provenientes de la prensa y reproducciones de obras de distintas épocas para colocarlas sobre soportes como espejos, cuadros antiguos y falso pan de oro. De esta manera, la carga simbólica y las propiedades de cada material hacen que la pintura pierda la independencia que le confiere la superficie blanca
Sandra Gamarra retoma el paisaje para cuestionar los elementos que lo conforman, señalar las consecuencias que tiene sobre nuestros modos de pensar y devolverle su perdida aura de falsedad. Desde este punto de vista, se pueden observar las deformaciones que infligen las imágenes en nuestro raciocinio cuando no son usadas con los fines para las que fueron creadas.
Antoine Henry Jonquères